viernes, 13 de noviembre de 2009

RITUALES Y OBSERVANCIAS



Existen una serie de rituales y observancias tradicionales que caracterizan la actitud judía hacia la muerte y el duelo, y que tienen por objeto mantener la dignidad del fallecido y consolar a los familiares.

El cuidado del cadáver, la preparación del sepelio, y el entierro en si, son tareas religiosas de carácter sagrado. En toda comunidad generalmente se organiza una "jevrá kadishá", o sociedad sagrada, compuesta por miembros de la comunidad. La jevrá se responsabiliza de que un médico certifique la defunción y de que una persona permanezca con el cuerpo hasta que se le dé sepultura, ya que de acuerdo con la tradición judía éste no debe abandonarse hasta que se realice el funeral.

El cuerpo debe enterrarse lo más pronto posible para cumplir con el precepto bíblico que dice: "Su cadáver no pasará la noche... antes le enterrarás sin falta ese mismo día". (Deuteronomio 21:23).


Los funerales deben ser muy sencillos para no avergonzar a las personas humildes que no puedan realizar un sepelio ostentoso. Las flores y la música son signos de alegría y por lo tanto no deben utilizarse en un funeral.
El ataúd debe ser de madera, simple y sin adornos, para enfatizar la idea de que todos los hombres son iguales a la hora de morir. Todos los judíos son enterrados con la misma vestimenta. Esta práctica fue instituida por el rabino Gamaliel hace 1800 años, para indicar, de nuevo, que el rico y el pobre son iguales ante Dios. Desde entonces, los judíos son sepultados en una mortaja o sudario confeccionado en algodón blanco, símbolo de pureza siendo cubierta la cabeza con una capucha tambien blanca.


Los sudarios deben prescindir de bolsillos, lo cual significa que el hombre no se lleva consigo ninguna de sus posesiones materiales al morir. Esta visión no ha sido compartida por otras civilizaciones como la de los egipcios, quienes se preocupaban de proveer sus tumbas con pertenencias para una nueva vida. Según el judaísmo, "en la hora de la partida del hombre de este mundo ni la plata, ni el oro, ni piedras preciosas, ni perlas lo acompañan, sólo sus conocimientos y las buenas acciones". (Pirké Avot 6:9).

El judío pone gran énfasis en la importancia del alma sobre el cuerpo. No obstante, la destrucción del cuerpo está prohibida por estar creado éste a imagen y semejanza de Dios. El judío no permite la incineración porque considera esencial el regreso a la tierra de la cual fue creado, "porque polvo eres y al polvo volverás". (Génesis 3:19).

Para mañana la tercera y ultima entrega donde me referiré al duelo judío y la interpretación de la muerte.




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