sábado, 6 de marzo de 2010

VIVA ISRAEL

POR ISRAEL... MI VIDA ENTERA

ANTI - mate


Conste que no fui yo sino OTRA blogger.
Para que vean que el mate tambien tiene sus detractores.
http://andal13.blogspot.com/2008/07/gua-prctica-para-conocer-uruguay.html

viernes, 5 de marzo de 2010

Himno de Uruguay

Libertad, libertad orientales

http://www.youtube.com/watch?v=ZoidR2Kk5Bs

Me mata el mate


La forma de preparación del mate fue transmitida por los guaraníes a los colonizadores españoles y portugueses (en portugués se terminó llamando chimarrão). Con el transcurso del tiempo fue adoptada como bebida tradicional de los gauchos en Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil y Bolivia (principalmente en el Chaco y Río Grande del Sur); llegando a difundirse su consumo hasta Chile.


Durante el siglo XIX era común que a Chile llegara sólo el "palito" de la yerba mate, lo cual hacía una pequeña diferencia en el mate consumido por los chilenos. Actualmente el mate sigue siendo una infusión de gran popularidad en casi todos los países mencionados, sobre todo en Argentina y Uruguay, en este último teniendo la particularidad de que es bebido diariamente por gran parte de la población y es usual ver que se lo consuma en la calle, mientras se espera el transporte o simplemente se camina al trabajo.


Cabe aclarar que el mate en Argentina y Uruguay no suele ser una bebida de consumo individual, sino que es costumbre compartirlo entre conocidos. En estos dos países el mate forma parte de la actividad cotidiana en muchos hogares y, en algunos casos, en oficinas, donde es muy común ver a profesionales trabajando frente a sus computadoras con el termo y el mate acompañando su actividad. Es por sus características estimulantes y por su bajo costo la bebida por antonomasia del estudiante universitario en estos dos países.


En Chile, desde el siglo XX el consumo del té y el café han dejado a nivel urbano en segundo o tercer plano la costumbre de beber mate; presentándose en este país gran parte de su consumo en las zonas rurales. Sin embargo, su consumo se acrecenta por parte de la juventud chilena, especialmente universitaria, debido a la relación existente con Argentina y Uruguay.
Por otra parte es más común beber mate en el sur de Chile, que en la zona norte de dicho país, y es muy popular sobre todo en la Región de Aysén, en la zona próxima a Coyhaique. También el mate es una bebida muy común y muy popular entre los presos o población carcelaria de todo Chile.


El mate posee una vajilla especial: el recipiente principal (el mate o porongo), la bombilla y —añadido desde el s XX— el termo; a este conjunto se suma frecuentemente un ensamble portátil (casi siempre constituido principalmente con metal) que reúne dos recipientes: la "yerbera" (es decir el recipiente en donde se deposita la yerba para cebar el mate) y la "azucarera". Incluso la "pava" (Argentina) o "caldera" (Uruguay) con la cual se calienta y vierte el agua para el mate suele ser especial. Este recipiente es llamado metafóricamente "pava" en Argentina porque su silueta recuerda a un pavo. Es muy semejante a una tetera; sin embargo, su pico tiene una muesca que facilita el vertido con un chorro fino del agua caliente dentro de los recipientes. Incluso existen bandejas especiales con molduras para acomodar la vajilla precitada y el plato en el cual se encuentran ciertas galletitas y "bizcochos" (Uruguay) o "facturas" (Argentina) (polvorones, tortas fritas buñuelos, etc.) con las que tradicionalmente se acompaña el mate.


Tomado del ordenador de mi hijo y no cita fuente porque dudo el lo haya escrito...jejeje

ESTO ES UN MATE BURILADO


NO SABES QUE ES????

MAS TARDE TE LO COMENTO. SOLO TE DIRE QUE DATAN DE HACE 3500 ANIOS NI MAS NI MENOS.

martes, 2 de marzo de 2010

Los papeles de Wolfgang



Lalo se lo dio a Luccia...Luccia me envio el link...y yo se los paso a ustedes. Eso somos y por eso no avanzamos.




Lo llamaremos Wolfgang. Es un guiri simpático, de piel sonrosada y ojos claros, que tras enamorarse como un becerro de una española de rompe y rasga, cambió las brumas bálticas por el jamón de pata negra y el sol trescientos días al año. Y aquí sigue. En una ciudad del sur, junto al mar.


Tiene buena biblioteca y gran afición a la cultura local. Como lleva muchos años jubilado, dedica su tiempo a eso: huronea en los archivos, asiste a conferencias, colecciona grabados antiguos de la comarca, fotografía monumentos, edita libritos y folletos, frecuenta tertulias. Lo hace todo, naturalmente, con metódica eficiencia teutónica, tomándoselo muy a pecho.


Ésa es la parte más curiosa, por cierto, de algunos fulanos de allá arriba: cuando se ponen a ello, son de piñón fijo. Igual de eficaces diseñando hornos crematorios, taconazo va y taconazo viene, que salvando huerfanitos. Todo depende del lado en que caigan. Donde los pongan o se pongan. De cuáles sean las órdenes en vigor.


Y Wolfgang, como digo, es de los que habitan el lado bueno. Una excelente persona. Sólo llegas a detestarlo un poco cuando te estás tomando tranquilamente un plato de menudo con garbanzos y un vaso de vino en la barra de una tasca, te cae encima, y durante tres cuartos de hora se empeña en contarte entusiasmado, con todo detalle, fechas y horas incluidas, cada una de las muchas actividades culturales a las que se ha dedicado en la última semana. Y las futuras. Sin darte cuartel.


El caso, como digo, es que mi amigo ama a su ciudad adoptiva -andaluza por más señas- con pasión desaforada. Por eso, cuando aplica al paisaje el rigor metódico e intelectual de su raza nórdica, se le funden los plomos.


En tales casos lo ves vagar desorientado como un niño, con cara de panoli, mirándolo todo con los ojos muy abiertos. Buscando que le expliquen lo que otros sabemos inexplicable, de puro obvio.


Sin comprender lo que cualquier español comprende al primer vistazo. Hoy mismo me viene encima, con esa cara atónita que ya le conozco bien.


«Estoy mucho sorprendido -dijo-. No sabes lo terrible que pasa. Cosa espantosa.» Emito un gruñido ambiguo que lo mismo puede interpretarse como desinterés que como atención cortés. Pero, en el orden de valores sociales de Wolfgang -sota, caballo y rey-, eso es una señal de aliento para que desahogue sus penas. Así que prosigue: «Durante años busqué documentos antiguos sobre ciudad, ¿comprendes si te digo?... Anticuarios y toda cosa así. Tengo en mi casa. Sí. Pagando yo. Mucho importantes. Documentos no para mí sino para ciudad. Historia de paisanos de aquí. Mucho dato. Memoria toda. Mí tengo archivo abundante en casa mía».


Comento, mientras despacho el menudo con garbanzos, que enhorabuena. Que es estupendo tener esos documentos y poder disfrutarlos. Muy loable, también, que un guiri rescate la memoria local. Si hubiera dependido del interés de tus conciudadanos de aquí, añado, arreglados iban los documentos.


A estas horas serían pasto de ratas. «Pero ése justo es problema -responde-. No creerás lo que cuento. Mismo yo no comprende. Hablo con autoridades y universidad y pongo disposición suya. Digo aquí está archivo importante ciudad, valioso mucho. Sí. Reunido por mí para vosotros. ¿Y sabes qué contestan?... Que bueno y mucho interesante, que los guarde en mi casa. Y pasan de mí, ¿creerlo puedes?... Le importa un mierdo documentos y archivo y memoria ciudad y todo.


Hasta me miran raro, yo te juro.» Pues claro que te miran raro, respondo. Lo normal, si un español reúne una colección de documentos antiguos, es que se los guarde para él, procurando que nadie se entere. No sea que otros puedan beneficiarse de ello. Que le hagan pagar algún impuesto, por ejemplo. O se los reclamen de otra autonomía. O peor aún: que alguien haga con ellos un libro o un trabajo universitario brillante y se apunte el tanto. Y claro. Sale un pavo reuniendo documentos antiguos y ofreciéndolos por amor al arte, y la gente se mosquea. De qué va este tío, dicen. El erudito de los cojones. Una colección reunida de modo particular y puesta a disposición pública les rompe el esquema. Las autoridades se verían obligadas a tomar decisiones, ¿comprendes? Complicas su vida satisfecha y apacible. Los asustas.


«A veces, España mucho triste», concluye Wolfgang, meneando la cabeza. Y pide un vino, que bebe cabizbajo. También se calza una ración de jamón ibérico. Yo miro las paredes del bar, decoradas con equipos de fútbol, fotos de toreros y una estampa de la Virgen del Rocío. «No se puede tener la paga del general y la verga del teniente», digo. Y Wolfgang me mira con sus ojos bálticos y azules, sin comprender un carajo.
XL Semanal
Marzo 01 2010

sábado, 27 de febrero de 2010

Pensaba en que....

“A man lives not only his personal life, as an individual, but also, consciously or unconsciously, the life of his epoch and his contemporaries." (from The Magic Mountain, 1924)
(“Un hombre vive no solo su vida personal, como individuo, pero también, consciente o inconscientemente la vida de su época y sus contemporáneos”.)